Esta historia no tiene que nada que ver con el terremoto, publico esta foto ya que es la única imagen que tengo de donde vivimos en los años 60 y donde transcurre la pequeña historia que les voy a contar.
Si mi querida madre viviera seguramente se opondría a que la contara, pero como siempre he sido un desmedido, mala conducta, les cuento...
En la foto ubicándonos en el abasto Moreno, del lado derecho en el portón que le sigue, vivimos muchos años, la casa de tres ventanas que le sigue fue una casa de vecindad, donde la diversidad era casi fauna, Músicos, Muchachonas de la mala vida, mesoneras, ladroncillos, además gatos, lagartos y serpientes, Mi papa que era "salio" ( se le dice así en Caracas a las personas atrevidas y sin verguenza) y bastante abusadorcito, un día, en la tarde me cargo y se paro en un muro que daba hacia la casa de vecindad, estando allí percibió un agradable olor a sopa, y exclamo:
Uuuuju huele a sopa buena!!!
Se asomó una dama y contesto: Graaacias! quiere probar?
Pos claaaro contesto Emiliano el tímido
Gilda, escuchaba lo que sucedía con el calorón que produce la vergüenza,
La chica se montó en un taburete y le hizo llegar una pequeña olla con sopa, y preguntó: es su hijo? me permite verlo?
papá contesto voy y le enseño...
Por el mismo taburete y haciendo maromas bajo el padre orgulloso con su pequeño heredero, mi primer contacto con chicas de la mala vida! mi mamá que fue siempre una sobreviviente de este tipo de momentos promovidos por mi papá, me contó que luego de ese episodio me convertí en el Príncipe de estas damas de la noche, sobraban detalles y obsequios de todo tipo, y bastaba que escucharan que estornudara para que los menjurjes y pócimas aparecieran para que el hermoso bebe (hermoso aun) no se enfermara, sucedieron muchos momentos parecidos que mi madre siempre recordaba con el mayor de los cariños y sentimiento, siempre recalcaba lo generosas y buenas personas que eran mis querendonas mamitas, que fortuna la mía.
Me enteré de esta historia cuando tenía como quince años, entendí muy joven que:
Lo esencial no esta a la vista, juzgar a primeras no es lo justo, escribiendo estas notas me costó utilizar palabra que me sonaban despectivas, pero recordé al escritor brasileño Jorge Amado narrando su infancia en un entorno similar, y me sentí confiado de compartir mi historia.
Me enteré de esta historia cuando tenía como quince años, entendí muy joven que:
Lo esencial no esta a la vista, juzgar a primeras no es lo justo, escribiendo estas notas me costó utilizar palabra que me sonaban despectivas, pero recordé al escritor brasileño Jorge Amado narrando su infancia en un entorno similar, y me sentí confiado de compartir mi historia.